Territorio



El 31 de diciembre de 1971, cuando hiciera erupción el volcán Villarrica, un alud arrasó con los terrenos ubicados en las cotas mas bajas de Pinohuacho, donde se perdieron vidas, viviendas, galpones, ganado y suelo cultivado, para después de unas horas pasar por el mismo lugar las corridas de lava convirtiendo un suelo cultivado y productivo en un suelo inerte, por lo que los cultivos debieron trasladarse a otras zonas mas altas donde la calidad de suelo no haya sido afectada. Pero también la misma acción del hombre sobre ese territorio colaboró con devastar lo que no alcanzó a arrasar el alud y la lava, los bosques nativos de mañío, tepa y coigüe principalmente.



Deforestación por acción de la tala de coigüe,tepa y mañío para subsistencia del poblado leñador.

Tal panorama hacía prever la extinción del poblado, pues los suelos cultivables se volvieron escasos al igual que la madera para la venta de leña y muebles, las nuevas generaciones estaban destinadas a emigrar a la ciudad para mejorar su calidad de vida y así abandonar la condición de subsistencia. Las oportunidades que ofrecía el territorio habitado ya no eran las mismas, el renuevo reforestado recién podía volver a generar ingresos mas o menos importantes en 40 años mas.

El invierno del año 2005 Miguel Vazques, hijo de don Pedro,el leñador, comienza a comentarle a su padre sobre la inquietud que tenía respecto de su futuro en Pinohuacho. Miguel, en algunos viajes a Santiago se había topado con revistas que trataban el tema del turismo rural, además con catálogos de productos de tirolesa, escalada y canopy. Fueron estos viajes y coincidencias lo que permitió que Miguel propusiera a su padre dar un giro al rubro que ellos ejercían en tal lugar, para ahora dedicarse al agroturismo, aprovechar los pocos bosques que quedan para cuidarlos y mostrarlos al turista, implementar en las laderas de un cerro un circuito de canopy, reacondicionar antiguos caminos madereros en senderos para cabalgatas y trekking.
Hoy, Miguel Vázquez junto a su hermano Danilo, son los guías del circuito de canopy y tirolesa que se instalaron en las laderas del cerro y en un coigüe a 50 metros de altura. Sus primos los ayudan, su madre y sus tías, preparan almuerzos y onces para los visitantes, sus tíos y vecinos aportan con caballos, y alimentos para comerciar en el lugar. Las generaciones jóvenes se quedan en verano para trabajar con sus padres, a diferencia de lo que estaba ocurriendo en años anteriores, incluso se debe contratar mano de obra externa para realizar trabajos anexos a la actividad, como limpieza de bosques, reforestación, y acondicionamiento de nuevos senderos. Pinohuacho esta pasando a ser una comunidad empleadora donde la preocupación por la capacidad que ofrece el territorio que habitan esta dando valor a suelos que lo estaban perdiendo tanto por razones naturales como por la acción del hombre.